Del 13 a 15 de agosto de 2021, más de 795 pantallas y alrededor de 10.000 religiosos y religiosas, 27 países de América Latina, EE.UU. Europa y África,  participamos del CONGRESO VIRTUAL CONTINENTAL DE VIDA RELIGIOSA con el lema: 

“YA ES LA HORA DE LA SINODALIDAD”


Las ponencias que nos iluminaron en éstas búsquedas fueron:

  • Vida Religiosa en clave  Intercongregacional –P. Luis Alberto Gonzalo Díez 
  • Vida Religiosa en clave Intercultural – H. Adriana Carla Milmanda 
  • Vida Religiosa en clave Itinerante – H. Teresa Maya 

Cada día con un Taller de experiencias profundas y prácticas sobre: 

  • Ecología integral
  • Cuidado y Protección de niñas, niños, adolescentes y adultos vulnerables.
  • Sinodalidad.

Como es propio de éste continente se disfrutó de un Festival a la VR Lanoamericana y Caribeña, con un concierto de:

H. Marcela Bonafede 

P. Critóbal Fones 

H. Cecilia Rivero Borrell  

Mimos y Danzas 

Este encuentro nos llenó de esperanza, trajo vida nueva a nuestra entrega, a nuestras búsquedas. Nos hemos quedado con sabor a ese pan partido que se parte y reparte, “desplazándonos hasta esas parcelas del Reino en las que urge que se comparta el pan”.

Fue una experiencia de gratitud, ánimo y esperanza al ver la Vida Religiosa del Continente creyendo, luchando por un mismo ideal, por un mismo proyecto de Vida. VIDA RELIGIOSA, viva, actuante a lo largo de todo el continente. Juntos decimos “YA ES LA HORA”; HAGAMOSLO POSIBLE.

Comunidades de Ramos Mejía y Rosario (Argentina) y Montevideo (Uruguay)

Palabras finales de la CLAR

Ayer recibimos unas fotografías, en las que las hermanas Oblatas del Santísimo Redentor en Rosario, Argentina, evidenciaban que estaban participando del Congreso, mientras amasaban y horneaban los panes que seguramente después compartirán con los más pobres.

Ellas y su acción, me parece que se constituyen en un buen icono que expresa lo que ha sido este Congreso. Todos hemos traído lo poco que tenemos para hacer posible el milagro de la abundancia. Hemos juntado ingredientes, depurado, cernido y amasado juntos. Hemos experimentado el buen olor de lo sinodal, lo fraterno y lo sororal, de lo
que se conquista cuando unimos las manos y saboreamos la innegable vitalidad de la Vida Religiosa del Continente.

El Congreso no se puede agotar aquí, será necesario actualizarlo en lo cotidiano y a punta de opciones, lo que nos queda es renovar el deseo de ofrendar la vida, ser como pan partido, partirnos, repartirnos, desplazarnos hasta esas parcelas del Reino en las que urge que se comparta el pan.

En el evangelio de la liturgia de hoy, recordamos que María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, como Ella estamos convocados a abrir horizontes de nueva relacionalidad: Intercongregacionalidad, interculturalidad e itinerancia; nos corresponde movilizarnos, optar. Les propongo que a partir de lo que hemos hilvanado juntos durante este Congreso, hagamos este decálogo de opciones:

1. Optar por la presencia, lugar de la gracia: Estar es la condición para la epifanía, para la manifestación de Dios. Si estamos, las personas y los lugares se constituyen en sagrados, en escenarios teológicos. La gracia habita justo ahí en el lugar de la presencia. Salir, itinerar es la condición para la fecundidad, en el lugar de la costumbre y la parálisis, nos esterilizamos.

2. Optar por la bondadosa cercanía, abrigo ético que dignifica: por el acompañamiento, desde la conciencia de ser convocados al encuentro: con la realidad, con el otro, con el plenamente Otro y esto supondrá receptividad, acogida, hospitalidad. Entender desde lo más profundo que este es un tiempo privilegiado para el encuentro. Las decisiones éticas responsables y respetuosas de la dignidad humana, brotan de la bondadosa cercanía.

3. Optar por la escucha, susurro que trae la conversión: La escucha se constituye en una actitud vital, porque nos ubica en el lugar del otro, ahí donde resuena la palabra, y se hacen nítidas las necesidades reales. Escuchar, libera de protagonismos, del accionar mediático, populista y mesiánico, de la suficiencia de quien cree tener las respuestas.

4. Optar por la palabra, antídoto para la sanación: La palabra posibilita la expresión de la vivencia. Hacer de la narración terapia que sane, que reconcilie, que devuelva el sentido. Permitir que se narre la historia, que el relato de cuenta de la posición y el sentimiento de la víctima. Y optar también por la Palabra con mayúscula, por la que hecha carne habitó entre los seres humanos y dejar que esa Palabra, esa Buena Noticia resuene con la capacidad que tiene de sanar, liberar, dignificar, levantar. Hacer lectura de fe, lectura Encarnada y liberadora.

5. Optar por el discernimiento, escena- rio del Espíritu: atención al ritmo y a las mociones del Espíritu, por eso es necesario discernir, buscar en el querer de Dios, las bitácoras que actualicen el compromiso y lo hagan pertinente y significativo. Entre los pobres, en las fronteras, al descampado, por los territorios de migración y trata, donde niños y jóvenes ven vulnerados sus derechos y las mujeres las posibilidades de participación… ahí, el Espíritu clama y como con dolores de parto, urge por consagrados apasionados por la vida, dispuestos a darlo todo, generosos y consecuentes con el Sí.

6. Optar por los procesos, posibilidad de desplegar el potencial de la vida: Las acciones aisladas y no articuladas a redes y procesos, terminan siendo muchas veces estériles. Será necesario generar procesos que posibiliten la continuidad de las acciones. Interrelacionados e interdisciplinares, que partan de la realidad, abarquen la vida y den protagonismo a las personas con las que caminamos.

7. Optar por lo comunitario, tejido vital que articula: Generar vínculos de hospitalidad y ternura. En la construcción de ese tejido eclesial que necesita el mundo, nuestra misión como consagrados será la escucha activa, construir redes interinstitucionales, intercongregacionales, generar pactos comunitarios y sociales realistas, contextualizados e inclusivos, en los que se respeten las diferencias, se asuman las distintas culturas, cosmovisiones y estilos de vida. Se trata de hacer la comunión, purificar las relaciones y situarnos desde la horizontalidad en la que todos caben y la voz de todos resuena para abrir caminos y posibilidades.

8. Optar por la misericordia: dinamizador del compromiso solidario: La Vida Religiosa, no debe aplazar más la decisión de abandonar los “odres viejos”; la salida misionera es el camino. Ubicarnos ante la realidad con entrañas de misericordia, dejarnos desacomodar por la realidad, reorganizar estructuras, proyectos comunitarios y opciones en función de los ecos de la realidad… ese es el camino.

9. Optar por la interioridad, fundamento que repuebla de razones para existir: Ir al fondo, la superficie no permite ahondar en lo profundo. Llamados a situarnos ante la realidad, al modo de Jesús y eso supone conocimiento interno de su Persona, configuración con Él, deseos de hacer nuestro su proyecto.

10. Optar por la Casa Común, lugar de la manifestación de Dios: La tierra, las culturas y los más pobres claman. El cuidado de la Casa Común, no da tregua, esta es una opción en la que no caben excusas.

A todos compete, empeñarnos en esta tarea, desde la conciencia de la interrelación y la sacralidad de todo lo creado. El rostro de la humanidad se configura cada vez más con matices universales, habitamos una Casa Común y coincidimos en la misma preocupación: el modo como se construye el futuro del planeta.

Podrían ser muchas y muy variadas las opciones, esas que surgen de lo que el espíritu ha movilizado en nosotros durante este Congreso. Lo que es claro es que, este es un tiempo propicio para optar.

Hoy, recuerdo que, reunidos en Roma, en noviembre de 2019, empezamos a preparar este Congreso, durante los meses posteriores, la Presidencia, el Secretariado y el Equipo Teológico de la CLAR han recorrido un itinerario de reuniones, encuentros, búsquedas, discernimientos, decisiones para adecuar la planeación a la realidad. Y aquello que vislumbramos en papel, fue tomando forma en el compromiso de esta familia ampliada que es la CLAR.

Por eso hoy, en nombre de la Presidencia de la CLAR, ¡GRACIAS!.

Gracias a quienes moderaron porque encendieron el fuego y nos contagiaron de alegría; a los que prepararon los recursos orantes y animaron la oración diaria porque pusieron un telón de encarnación y carne al tejido de la reflexión; a quienes tradujeron e hicieron comprensible la palabra; a los ponentes y a las Comisiones que nos iluminaron con sus reflexiones y aportes, ellos abrieron para nosotros nuevos caminos, nos cuestionaron con su palabra y su testimonio; a quien hizo los enlaces y nos permitió hacer eco de lo esencial; a aquellos que poblaron las redes con noticias y tweets, los que redactaron y diseñaron el boletín de prensa diario y las ecard motivacionales… a quienes elaboraron los videos, ellos ayudaron a que la palabra y la imagen llegará a todos y se hicieran visibles las opciones que la CLAR ha fecundado por más de 62 años; a los que ofrecieron arte, música, danza y mimo a nuestro Congreso, permitieron que se prolongara la fiesta; a aquellos que cuidaron de quienes estábamos en casa, prepararon los alimentos y expertos en el arte del cuidado nos humanizaron; a ese grupo maravilloso de voluntarios que tejieron la red, que manejaron la plataforma zoom, que atendieron a que todo estuviera acorde con lo planeado, a ellos y a quienes los formaron para este servicio.

A los que manejaron las cámaras y los computadores, a quien extendió los cables y no perdió la sonrisa mientras se desplazaba por toda la casa velando porque la técnica fuera puente para la humanización; a aquellos que orientaron el proceso de inscripciones, recogieron los recursos los contabilizaron y en lo cotidiano velan por el sostenimiento de la CLAR; a la prensa católica internacional a las 16 agencias de noticias que nos acompañan en condición de amigos; a las Conferencias de Religiosos Nacionales con las que compartimos la pasión por Jesús y el deseo de servir a la Vida Religiosa del Continente; a las Instituciones eclesiales con las que caminamos en condición de hermanos, al Papa Francisco por su palabra y su testimonio que nos alienta al caminar.

Y sobre todo, a cada uno de ustedes, por estar aquí, por responder a esta invitación que les hicimos, por participar y hacer esta red continental multifacética, alegre porque sabe en quien tiene puesta la esperanza, osada porque lo lleva en los genes, disponible porque entiende que urge el Reino.